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Leé la nota completa realizada a los alumnos y profesores del proyecto Promotores en Sustentabilidad que ha realizado uno de los periodistas del Diario Día a Día.

Nota realizada por José Santiago

“Conozco gente que tira basura por todos lados o deja un papelito y te dice el típico ‘bueno, pero si es solamente ese papel’ y no es así. Pequeñas consecuencias generan un enorme problema”, dice Nicolás, de 20 años, reflexivo de entrada. Es que para él y sus compañeros, el cuidado del medio ambiente no es un discurso de la boca para afuera. Es el principio, una acción, la posibilidad de cuidarnos y cuidar al otro.

Él junto a otros 13 jóvenes integra el grupo Promotores en Sustentabilidad, donde las fundaciones TierraVida y Querubines trabajan articuladas a su vez con el área de Responsabilidad Social Universitaria de la Universidad Siglo 21, en un proyecto en el que la inclusión y el cuidado del medio ambiente se tutean.

“Promotores es un grupo que surge buscando la inclusión de las personas con discapacidad a la educación superior. La idea es armar un grupo inclusivo en el que convivan a la par en un mismo sistema educativo chicos con y sin discapacidad. Son egresados de colegios especiales o integrados y tiene que haber terminado el secundario”, explica Milena Rabbat, responsable del área de Responsabilidad Social Universitaria (RSU) de la Siglo 21 y agrega: “Es un proyecto conjunto con Fundación Querubines en un plan que se llama EcoQuerubines y con participación profunda y constante de Fundación TierraVida”.

El pasado viernes 4 de octubre, en el marco de la celebración del día de la concientización ambiental (27 de septiembre), TierraVida organizó junto al Museo de Ciencias Naturales, talleres, charlas y actividades donde los jóvenes armaron un stand para transmitir sus valores y conocimientos teóricos. “Nuestro trabajo es guiar a todas las personas para que puedan cuidar el medio ambiente. Yo pienso que algunas son conscientes, pero otras sinceramente no se dan cuenta”, opina Nicolás. A su lado, Constanza, una compañera, se mete de lleno en la conversación y enseña el principio del asunto: “Todos podemos separar la basura. Lo orgánico de lo inorgánico. Lo primero es lo que viene de la naturaleza y eso sirve para abono de plantas, para oxigenar la tierra”.

El conocimiento de los chicos sobre la especialidad no llega de la nada. Y Rabbat lo explica: “El curso se enfoca en generar las competencias suficientes para que ellos puedan, no sólo aprender sobre el manejo de la sustentabilidad ecológica, sino además también promoverla en estos espacios que serían escuelas primarias, jardines o empresas” y detalla uno de los objetivos: “Es ponerlos en ámbito educativo, que conozcan la vida universitaria”.

Esta experiencia atraviesa la vida de los chicos. Por eso Coti no duda al contar cómo vive el ser Promotora en Sustentabilidad: “Yo me siento muy orgullosa. No solo aprendo yo, sino que ayudo al resto y me hace sentir muy bien. Es un tema que me gusta, es importante e interesante”, sostiene con sus 23 años, siempre dispuesta a explicar cada paso.

Pablo Bocco es el coordinador de comunicación de TierraVida, fundación que cumple un rol importante en el proyecto. “TierraVida es una organización que promueve el desarrollo sustentable, principalmente mediante la generación de materiales y espacios educativos en los que los participantes entren en contacto con las temáticas, motivándolos siempre a que generen acciones propias”, sostiene con entusiasmo.

Y esa idea no se va en palabras, sino en acciones concretas. “El plástico, el cartón, en vez de tirarlo a la calle, se pueden reciclar. Nosotros hicimos juegos: maracas, palos de lluvia, un caballo con botellas de plástico, un larga vista”, enumera Coti, feliz de trabajar con sus manos y la creatividad.

Creatividad es una palabra, que en el aire,  es atrapada en manos de Nico. Con sus ojos bien abiertos, arremete: “Algunas personas pueden tener imaginación y generar floreros, porta lápices. Con un poco de imaginación puede crear muchísimo”, asegura.

 

UN NOMBRE, UNA POSIBILIDAD. Toda persona, antes que nada, tiene un nombre. A partir de allí características que la diferenciarán de otra. Y Rabbat se encarga de romper con estereotipos o etiquetas que obstaculizan la inclusión. “De lo primero que se habla es de la persona. Y tampoco es capacidad especial porque ninguno vuela. Lo primero es la persona como ente de derechos y obligaciones; tampoco es real no decirla, no es algo malo, es una de sus cualidades que sean personas con discapacidad”.

En ese sentido, Bocco explica los beneficios que obtienen los Promotores en Sustentabilidad: “Habilidad en oratoria, dinámicas de grupo, formar nuevas conciencias, que en el camino de convertirse promotores adquieran a su vez  herramientas útiles para la inserción laboral y su vida cotidiana”.

Y Rabbat refuerza la idea: “Aprenden otras reglas, nuevos códigos y otros manejos. Una preparación para desenvolverse en ámbitos laborales. Es un aprendizaje desde dos lugares: inclusión social para que manejen después códigos comunes al ámbito laboral como horarios, exigencias, respeto de jerarquías y, a su vez, que sean docentes de niños. Que este vea que el que está haciendo de docente tiene otra capacidad”, comenta y con lucidez esgrime. “Que tenga discapacidad no lo invalida en sus capacidades”.

A la hora de explicar la problemática del medio ambiente, Coti no duda: “Lo que pasa es que no estamos bien informados y no tomamos conciencia del daño que causamos. Si todos haríamos esto, muchos, que no tienen juegos, lo tendrían”, y su mirada apunta hacia los elementos reciclados que lucen sobre la mesa de exposición. Al rato, avisa: “Con un solo cartón, una botella o una tela que sobre, en vez de tirar, es cuestión de ponerse y hacer algo”, y su conocimiento se profundiza: “Por más que lo tiremos al tacho de basura, cuando lo queman, eso intoxica, ese aire que respiramos hace mal a la salud”.

Apuntalados por la fundación Querubines, quienes acompañan en cada clase a los estudiantes con psicólogos, nace una nueva posibilidad. “Disfrutan mucho lo que hacen. Han aprendido a transformar elementos cotidianos en sus creaciones. Cuando alguien crea algo, la autoestima de uno se eleva y ellos son creadores de lo que van a enseñar”, remata Rabbat.

Alcanza con mirar a Nicolás. Piensa primero, después ríe. “A mí me genera mucha confianza en mí. Te sube automáticamente la autoestima. Convertirte en ellos mismos (por los niños a quienes explican) para poder expresar lo que querés expresar”, define y Coti, comprometida con el proyecto, deja más enseñanzas: “No es solo la basura, sino el agua que desperdiciamos. En todo el planeta solo tenemos un tres por ciento de agua dulce y la tenemos que cuidar. Si una canilla gotea, arreglarla; o en vez de bañarte tres horas, en cinco minutos”, ejemplifica.

Y hacia el final ella define qué es ser Promotor en Sustentabilidad: “Es cómo cuidar el medio ambiente buscando el equilibrio entre sociedad, economía y ambiente”, explica.

El cuidado del medio ambiente no es tarea fácil. Y Bocco lo sabe: “Hay que generar pequeños focos que van contagiando. De a poco, todo se empieza a multiplicar y llegar a lugares inesperados con resultados sorprendentes”

Nicolás y Coti son las voces de otros tantos jóvenes que, como ellos, trabajan por el cuidado del medio ambiente. Y también así encuentran un lugar en el mundo, que les pertenece. Porque tiene un nombre, una posibilidad.

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Agrademos esta nota a José Santiago

Periodista en el Diario Día a Día
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